top of page

Parque de Berrío

Por muchos años el Parque de Berrío fue una de las centralidades más importantes de Medellín. Al igual que la ciudad se ha transformado con el paso de los años y aunque pareciera no tener la misma relevancia qu en el pasado, hoy en día es un punto en el que convergen una gran variedad de dinámicas.

Palacé

Abundan los comerciantes informales que pregonan todo tipo de productos, “pomada de mariguana y coca para los dolores”, “Tres manzanas a mil, a mil, a mil” , “Cuatro pilas en mil”, “Para cucarachas, para ratones, le tengo el campeón”. Todo tipo de cachivaches, mecato, correas, manillas de reloj, minutos de celular, de todo venden allí. En un mismo espacio conviven el azar y la fe, en un puesto venden lotería y en el siguiente todo tipo de artículos religiosos. La historia, la iglesia de la Candelaria, el antiguo edificio la Bolsa de Valores y hasta un pedacito del viejo tranvía. El murmullo de las conversaciones cotidianas, el ruido de los vehículos que circulan, la estática de los radios de los patrulleros, el silencio de las estatuas humanas.

 

Boyacá

Huele a berrinche a miaos concentrados. “El libo de pepa, para colorear”, “4 máquinas de afeitar en mil”, “Bueno bonito y barato”, exclaman los vendedores. Locales comerciales y kioskos, al costado de la Candelaria, donde venden muchos productos, pero sobresalen la pornografía pirata y los perfumes baratos. Un muro copia de arte precolombino, hombres dormitando en las escaleras del metro.

 

Bólivar

Un túnel, oscuridad, frescura, sandalias fucsias y verdes, gorras. El muro de Pedro Nel, los mineros, los campesinos, los indígenas, el oro, el trabajo. La vibración y el ruido sordo que produce el metro al pasar.

 

Colombia

Buses,carros y taxis, casi nada más se oye, “tres por 200, rebajó el chicle”,grita una mujer, mientras agita una lata de coca-cola llena de monedas. Más venteros ambulantes y kioskos, unas bebidas de color morado, naranja y blanco, servidas en peceras. La estatua desmembrada de botero.

Ilustración:

Laura Marcela Cañas

Fotografías y texto por: José Alejandro Calderón

bottom of page